viernes, 27 de octubre de 2017

LOS HIJOS DE JACOB Y LA BENDICIÓN DE SIMEON

5Simeón y Leví son hienas. Instrumentos de violencia son sus armas15.6No entre mi alma en sus designios ni se una mi corazón a su asamblea16, porque en su furor degollaron hombres y caprichosamente desjarretaron toros.
7Maldita su cólera por violenta, maldito, por cruel, su furor. Yo los dividiré en Jacob
y los dispersaré en Israel.

También aquí se echa en cara a estos dos hijos de Jacob un crimen vengativo que clama justicia: la matanza dolosa de los siquemitas17. En eso se han portado como hienas, ansiosas de sangre (ν·5)18. Son violentos; por eso el corazón o alma del patriarca no puede aprobarlos en sus asambleas (v.6). No sólo degollaron hombres, sino que desjarretaron toros, haciendo gran matanza entre el ganado, como se solía hacer en las razzias beduinas sobre los territorios enemigos19.
         Por eso serán malditos y no tendrán territorio fijo en la distribución de Canaán. Así, Simeón, teóricamente establecida en el sur de Palestina, es absorbida por Judá20, y sus ciudades son contadas como de Judá21. A Simeón no se le menciona en el canto de Débora22 ni en la bendición de Moisés23, lo que indica que la tribu estaba casi extinguida como colectividad en los tiempos de la composición de estos poemas24.

 CONSECUENCIAS ARRASTRADAS

 

Poco antes de morir, cuando Jacob bendijo a sus hijos, recordó con desaprobación la violencia que habían demostrado muchos años antes Simeón y Leví con relación a los siquemitas, por lo que dijo: “Instrumentos de violencia son sus armas de degüello. En su grupo íntimo no entres, oh alma mía. Con su congregación no vayas a unirte, oh disposición mía, porque en su cólera mataron a hombres, y en su arbitrariedad desjarretaron toros. Maldita sea su cólera, porque es cruel, y su furor, porque actúa con dureza. Permítaseme distribuirlos en Jacob, y permítaseme esparcirlos en Israel”. (Génesis 49:5-7.)
Así Jacob descartó cualquier esperanza que Simeón hubiera podido abrigar de recibir la primogenitura que había perdido su hermano mayor Rubén. Como se profetizó, las porciones asignadas a las tribus de Simeón y de Leví estaban ‘esparcidas’; la porción de Simeón estaba dividida en ciudades enclavadas en el territorio de Judá. (Génesis 46:10; Éxodo 6:15).

TRIBU DE SIMEÓN

Se representa con el color verde, se simboliza con la imagen de la espada, signo de división ya que esta tribu fue dividida y esparcida por todo Israel debido a la violencia que caracteriza a Simeón.

HISTORIA

Simeón hijo segundo de Lea y Jacob (Génesis 29:33). Cuando su padre Jacob estaba acampado cerca de Siquem, Simeón y Leví, el hermano que le seguía en edad, mascaron a los siquemitas para vengarse por la humillación a que éstos sometieron a su hermana Dina víctima de una violación (34:25-31). Se entregaron a la cólera, y, de manera arbitraria, contra toda razón y sin el conocimiento o autorización de su padre, vengaron con odio la honra de su hermana más joven, matando atrozmente a los siquemitas los cuales por con el propósito de una alianza entre ellos se habían sometido a la circuncisión de todo varón de Siquem, pero esto había sido un trato engañoso porque sus intenciones eran aniquilar a los siquemitas, lo que acarreó extrañamiento a toda la familia.(Génesis 34:1-31).
Simeón más tarde fue partícipe de una mala acción cuando planeó matar a José junto con sus hermanos. (Génesis 37:12-28, 36.) No se dice si Simeón, como segundo hijo de Jacob, era o no el cabecilla en este complot contra la vida de José. Años más tarde, cuando José, entonces administrador de alimentos en Egipto, puso a prueba a sus hermanos, eligió a Simeón para que se quedara en prisión en calidad de rehén hasta que sus hermanos regresaran con Benjamín a Egipto (Génesis 42:14-24; 43:15,23).

DESCENDIENTES

Simeón tuvo 6 hijos, de los cuales 5 fueron antepasados de familias tribales, Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar, y Saúl (Génesis 46:10).

El territorio de la tribu de Simeón

Toda la congregación del pueblo de Israel se reunió en Silo para repartir la tierra y darle posesión, el segundo territorio sorteado les tocó a los clanes de la tribu de Simeón. Este territorio quedaba dentro del de la tribu de Judá, y comprendía las ciudades de Beerseba, Sebá, Moladá, Hasar-sual, Balá, Ésem, Eltolad, Betul, Hormá, Siclag, Bet-marcabot, Hasar-susá, Bet-lebaot y Saruhén, en total trece ciudades con sus aldeas. Además les tocaron las ciudades de Aín, Rimón, Éter y Asán, con sus aldeas, más las aldeas que había hasta Baalat-beer, que es la ciudad de Ramat, en el Négueb. Éstas son las tierras que les tocaron a los clanes de Simeón. La parte de la tribu de Simeón quedaba dentro del territorio de Judá, porque esta tribu tenía demasiada tierra, y se les dio a los de Simeón parte de la tierra que le había tocado a Judá. (Josué19:1-9).

REDUCCIÓN DE LA POBLACIÓN TRIBAL.

Al tiempo del primer censo, realizado un año después del éxodo de Egipto, la tribu de Simeón ascendía a 59.300 hombres físicamente capacitados mayores de veinte años que eran aptos para servicio militar. (Números 1:1-3, 22, 23.) Sin embargo, unos treinta y nueve años después, el segundo censo reveló que la tribu había sufrido grandes pérdidas, pues solo había 22.200 en la misma categoría. Esto equivalía a una disminución de más del 62%, mucho mayor que la que experimentó cualquier otra tribu. (Números 26:1, 2, 12-14.)
El tamaño reducido de la tribu de Simeón sin duda fue algo que se tuvo en cuenta cuando llegó el momento de asignar territorios individuales en la Tierra Prometida; a la tribu no se le dio una porción entera e independiente, sino ciudades incluidas dentro del territorio de Judá. De esta manera se cumplió la profecía que Jacob había pronunciado en su lecho de muerte más de doscientos años antes. (Números 34:16-20); compárese con Génesis 49:5-7.) Simeón participó con Judá en arrebatar este territorio de las manos de los cananeos. También se apartaron enclaves en la herencia de Simeón para la tribu de Leví. (1Crónicas 6:64, 65.) R esulta extraño que en las bendiciones pronunciadas por Moisésno se mencione a Simeón. Esto no significa que la tribu no fuese bendecida, pues se la incluyó al final en la bendición general. (Deuteronomio33:6-24, 29.)

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