LOS HIJOS DE JACOB Y LA BENDICIÓN DE SIMEON
5Simeón y Leví son hienas. Instrumentos de violencia son
sus armas15.6No entre mi alma en sus designios ni se una mi corazón a
su asamblea16, porque en su furor degollaron hombres y caprichosamente
desjarretaron toros.
7Maldita su cólera por violenta, maldito, por cruel, su
furor. Yo los dividiré en Jacob
y los dispersaré en Israel.
También aquí se echa en cara a estos dos hijos de
Jacob un crimen vengativo que clama justicia: la matanza dolosa de los
siquemitas17. En eso se han portado como hienas, ansiosas de
sangre (ν·5)18. Son violentos; por
eso el corazón o alma del patriarca no puede aprobarlos en
sus asambleas (v.6). No sólo degollaron hombres, sino que
desjarretaron toros, haciendo gran matanza entre el ganado, como se solía
hacer en las razzias beduinas sobre los territorios enemigos19.
Por eso serán malditos y no
tendrán territorio fijo en la distribución de Canaán. Así, Simeón, teóricamente
establecida en el sur de Palestina, es absorbida por Judá20, y sus
ciudades son contadas como de Judá21. A Simeón no se le menciona en
el canto de Débora22 ni en la bendición de Moisés23,
lo que indica que la tribu estaba casi extinguida como colectividad en los
tiempos de la composición de estos poemas24.
CONSECUENCIAS ARRASTRADAS
Poco antes de morir, cuando Jacob bendijo
a sus hijos, recordó con desaprobación la violencia que habían demostrado
muchos años antes Simeón y Leví con relación a los siquemitas, por lo que
dijo: “Instrumentos de violencia son sus armas de degüello. En su grupo
íntimo no entres, oh alma mía. Con su congregación no vayas a unirte, oh
disposición mía, porque en su cólera mataron a hombres, y en su arbitrariedad
desjarretaron toros. Maldita sea su cólera, porque es cruel, y su furor, porque
actúa con dureza. Permítaseme distribuirlos en Jacob, y permítaseme
esparcirlos en Israel”. (Génesis 49:5-7.)
Así Jacob descartó cualquier esperanza
que Simeón hubiera podido abrigar de recibir la primogenitura que había perdido
su hermano mayor Rubén. Como se profetizó, las porciones asignadas a las tribus
de Simeón y de Leví estaban ‘esparcidas’; la porción de Simeón estaba dividida
en ciudades enclavadas en el territorio de Judá. (Génesis
46:10; Éxodo 6:15).
TRIBU DE SIMEÓN
Se representa con el color verde, se
simboliza con la imagen de la espada, signo de división ya que esta tribu fue
dividida y esparcida por todo Israel debido a la violencia que
caracteriza a Simeón.
HISTORIA
Simeón hijo segundo de Lea y Jacob (Génesis 29:33).
Cuando su padre Jacob estaba acampado cerca de Siquem,
Simeón y Leví, el hermano que
le seguía en edad, mascaron a los siquemitas para vengarse por la humillación a
que éstos sometieron a su hermana Dina víctima de una violación (34:25-31). Se
entregaron a la cólera, y, de manera arbitraria, contra toda razón y sin el
conocimiento o autorización de su padre, vengaron con odio la honra de su
hermana más joven, matando atrozmente a los siquemitas los cuales por con el
propósito de una alianza entre ellos se habían sometido a la circuncisión de todo varón de Siquem, pero esto
había sido un trato engañoso porque sus intenciones eran aniquilar a los
siquemitas, lo que acarreó extrañamiento a toda la familia.(Génesis 34:1-31).
Simeón más tarde fue partícipe de una
mala acción cuando planeó matar a José junto con sus hermanos. (Génesis
37:12-28, 36.) No se dice si Simeón, como segundo hijo de Jacob, era o no el
cabecilla en este complot contra la vida de José. Años más tarde, cuando José,
entonces administrador de alimentos en Egipto, puso a prueba a sus hermanos, eligió a
Simeón para que se quedara en prisión en calidad de rehén hasta que sus
hermanos regresaran con Benjamín a Egipto (Génesis 42:14-24; 43:15,23).
DESCENDIENTES
Simeón tuvo 6 hijos, de los cuales 5
fueron antepasados de familias tribales, Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar,
y Saúl (Génesis 46:10).
El
territorio de la tribu de Simeón
Toda la congregación del pueblo de Israel
se reunió en Silo para repartir la tierra y darle posesión, el segundo
territorio sorteado les tocó a los clanes de la tribu de Simeón. Este territorio
quedaba dentro del de la tribu de Judá, y comprendía
las ciudades de Beerseba,
Sebá, Moladá, Hasar-sual, Balá, Ésem, Eltolad, Betul, Hormá, Siclag,
Bet-marcabot, Hasar-susá, Bet-lebaot y Saruhén, en total trece ciudades con sus
aldeas. Además les tocaron las ciudades de Aín, Rimón, Éter y Asán, con sus
aldeas, más las aldeas que había hasta Baalat-beer, que es la ciudad de Ramat,
en el Négueb. Éstas son las tierras que les tocaron a los clanes de Simeón. La
parte de la tribu de Simeón quedaba dentro del territorio de Judá, porque esta
tribu tenía demasiada tierra, y se les dio a los de Simeón parte de la tierra
que le había tocado a Judá. (Josué19:1-9).
REDUCCIÓN DE LA
POBLACIÓN TRIBAL.
Al tiempo del primer censo, realizado un
año después del éxodo de Egipto, la tribu de Simeón ascendía a 59.300
hombres físicamente capacitados mayores de veinte años que eran aptos para
servicio militar. (Números 1:1-3, 22,
23.) Sin embargo, unos treinta y nueve años después, el segundo censo reveló
que la tribu había sufrido grandes pérdidas, pues solo había 22.200 en la misma
categoría. Esto equivalía a una disminución de más del 62%, mucho mayor que la
que experimentó cualquier otra tribu. (Números 26:1, 2, 12-14.)
El tamaño reducido de la tribu de Simeón
sin duda fue algo que se tuvo en cuenta cuando llegó el momento de asignar
territorios individuales en la Tierra Prometida; a la tribu no
se le dio una porción entera e independiente, sino ciudades incluidas dentro
del territorio de Judá. De esta manera
se cumplió la profecía que Jacob había pronunciado en su lecho de muerte más de
doscientos años antes. (Números 34:16-20); compárese con Génesis 49:5-7.)
Simeón participó con Judá en arrebatar este territorio de las manos de los
cananeos. También se apartaron enclaves en la herencia de Simeón para la tribu
de Leví. (1Crónicas 6:64, 65.) R esulta extraño que en las bendiciones
pronunciadas por Moisésno se mencione a Simeón. Esto no
significa que la tribu no fuese bendecida, pues se la incluyó al final en la
bendición general. (Deuteronomio33:6-24, 29.)
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