sábado, 27 de agosto de 2016

La Alabanza que Dios Anhela parte 8

LA ALABANZA QUE DIOS ANHELA (parte VIII)

LA OFRENDA DEL SACRIFICIO DE ALABANZA

A) INTRODUCCIÓN.

"Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan Su nombre" (He 13:15).

Hay una diferencia clara entre alabar a Dios y ofrecerle sacrificio de alabanza. Para un hijo de Dios que está en buenas relaciones con el Padre, la alabanza es algo que usualmente fluye fácilmente. Tenemos tantas razones para alabar a Dios que cuando pensamos en El, debería surgir un fluir espontáneo de alabanza en nuestros corazones. Nuestra oración implica generalmente la acción de gracias también, y servimos a Dios con alabanza por todas las bendiciones y beneficios que ha traído sobre nuestras vidas.

El "sacrificio y alabanza" es diferente en cierta forma. Generalmente no fluye fácil y espontáneamente. No es la alabanza que ofrecemos porque todo nos va bien, somos felices y bendecidos. El sacrificio de alabanza es algo que ofrecemos a Dios cuando no nos sentimos con deseos de alabarle.

Todo parece irnos mal. Nuestro mundo al parecer se está cayendo en pedazos. En esta circunstancias, alabamos a Dios, no por nuestras circunstancias, sino a pesar de ellas. Nuestra alabanza no asciende porque nos sentimos muy bien y queremos dar expresión a nuestros buenos sentimientos. En tal situación, comenzamos a alabar a Dios por fe. Le estamos alabando en obediencia por ser quien es y no particularmente por lo que ha hecho. Esta clase de alabanza no surge con facilidad. No es algo sencillo, más a gran precio. No obstante, produce un deleite especial en el corazón del Padre.
Es por tal razón que El se complace tanto en el sacrificio de alabanza.

1. Esta Es una Alabanza Continua. David aprendió su secreto por sí mismo.
El manifestó en el Salmo 34:1: "Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca".
No se trata de una alabanza espasmódica y errática.
No es la alabanza de cuando las cosas "van bien".
No es una alabanza fácil y barata (que no cuesta nada).
No es una alabanza sentimental.
No es superficial y vacía.
Es consistente. Se ofrece a Dios continuamente.
En los buenos tiempos y en los malos tiempos.
Cuando todo va bien y cuando nada parece ir correctamente.
En aquellas ocasione en que el "Señor da".
Y en aquellas ocasiones en que el Señor quita".
Para entonces nos esforzamos en decir: "Sea el nombre de Jehová bendito" (Job 1:21).
Es alabar a Dios cuando un hijo pequeño muere y no sabemos por qué.
Es alabar al Señor cuando hay enfermedad y el doctor dice que no hay esperanzas.
Es alabar a Dios cuando se pierde el trabajo.
Es alabar a Dios cuando se está a varias millas de cualquier parte, sin abrigo, y con el coche averiado.
Es especialmente cuando parece que el cielo es de bronce.
Dios parece estar a millas de distancia. Las oraciones no parecen ser oídas y mucho menos contestadas.

Cuando no se puede pensar en nada por lo que se desee alabar a Dios, pero le alaba a pesar de todo. Ese es el sacrificio de alabanza.

Es la alabanza que se ofrece a Dios cuando realmente cuesta hacerlo. Los sentimientos naturales se resisten a ello. Los amigos le desaniman. El corazón se siente cargado y sin esperanza de ninguna clase. El diablo le dice: "¿Qué razón tienes para alabar a Dios? No se puede esperar que nadie alabe a Dios en tales circunstancias. Por supuesto que Dios no esperaría tal cosa de su parte. Sería fanatismo".

No obstante, usted sabe en lo más profundo de su ser que Dios es digno de ser alabado. Está consciente de que aún está sentado sobre Su trono.

Todavía es el Todopoderoso, el Dios de todo el universo.
No ha cambiado de ninguna manera. Es el mismo ayer, hoy y por siempre.
¡Alabado sea Su maravilloso nombre!.


2. Es una Alabanza que se Puede Escuchar. Es el fruto de nuestros labios expresando palabras de adoración. Estos ayudan a verbalizar nuestros pensamientos.
Por lo tanto, el sacrificio de alabanza es algo que nosotros decimos.

Algo que expresamos
Satanás puede escucharlo.
La gente puede oírlo.
Y más importante todavía, Dios puede oírlo.
Fue un sacrificio de alabanza lo que Pablo y Silas ofrecieron a Dios a medianoche, cuando estaban encadenados en la mazmorra más segura de la cárcel.

Les habían echado en prisión por hablar cerca de Jesús. No eran criminales, ni habían cometido ninguna clase de crimen serio. Estaban esparciendo las buenas nuevas del Reino de Dios, y por esa razón los pusieron en prisión.
Les dieron muchos azotes. Sus espaldas estaban abiertas y sangrantes.
Estaban destrozados. Sus heridas eran una lástima. Cada uno de los nervios de su cuerpo se quejaba de horrible dolor. Les dolía cada pulgada de la espina dorsal. Sus manos y pies estaban encadenados al cepo. No podían acomodarse para descansar, aunque lo intentaron.

Ya era medianoche, tiempo en que el espíritu humano está en su estado más decaído; cuando sus espíritus estarían en la depresión y desesperación más intensas. Es probable que nunca se hubieran sentido con menos deseos de alabar al Señor como en esa ocasión.

Pero a medianoche empezaron a cantar alabanzas a Dios. Abrieron sus bocas y entonaron cantos de alabanzas a Jesús. ¡Cuánto debe haber esto agradado el corazón del Maestro! Allí estaban dos siervos Suyos, sufriendo ignominia, dolor y desesperación por causa de Su nombre. Languideciendo en prisión porque habían hecho lo que el Señor les había dicho que hicieran.
¿Maldecirían a Dios? ¿Le negarían? ¿Acaso dirían: en qué estábamos pensando para que nos dejaras caer en este lío?" ¿Le culparían diciendo:
"no estaríamos en problemas sino fuera por Dios? ¡No! ¡Un millón de veces no! Por el contrario, comenzaron a cantarle alabanzas:

A medianoche
En la hora más obscura
Cuando todo parece tenebroso y desalentador.
Repentinamente, los cimientos de la prisión empezaron a temblar. Sus cadenas se soltaron.

Me imagino que cuando el Señor les escuchó cantar alabanzas a la medianoche, se sintió tan emocionado que se les unió en sus aclamaciones de "Aleluya", tal vez tan alto que los muros de la prisión comenzaron a temblar.

Aquellos hombres estaban ofreciendo sacrificio de alabanza. Loaban a Dios a pesar de toda adversidad. Estaban al límite de sus circunstancias y gritaban de todas formas: "¡Gloria a Dios!".

Hay santos de Dios por todo el mundo que todavía ofrecen esta misma clase de sacrificio. Desde celdas carcelarias en muchas partes de esta tierra, donde los santos de Dios sufren por el testimonio de Jesús, le ofrecen sacrificios de alabanza.


3. Esto Sólo Puede Hacerse a Través de Jesús. "Por tanto, a través de él ofrezcamos...". Solamente Jesús puede hacer posible esta clases de ofrenda. Por esto Cristo es tan maravillosamente glorificado en esta situación. El Padre conoce muy bien que nadie puede ofrecer alabanzas y acción de gracias desde una situación tal, a menos que reciba ayuda de Consolador. Así que, Dios ve la grandeza de Su Hijo en esta ofrenda. Es la gracia de Su Hijo la que ha realizado el milagro. Ahí vemos a una persona que podría haber maldecido a Dios en esa circunstancia, pero que dado el triunfo de Su gracia divina en su vida, está magnificándole y expresándole las gracias. En otras palabras, es igual que si la estuviera diciendo: "Amado Dios, no puedo entender por qué sucede esto, pero de toda maneras te alabo. No puedo entender por qué tiene que pasarnos esto a mí y a mi familia. No puedo discernir la razón o adivinar el propósito, pero a pesar de todo, yo te alabo". Cada vez que se ofrece un sacrificio de alabanza, ¡Jesucristo es glorificado!

4. Es Dar Gracias a Su Nombre. Dios quiere llevarnos al lugar donde podamos sinceramente "dar gracias siempre por todas las cosas a Dios el Padre".
Efesios 5:20. Observe que no se trata de dar gracia al Padre por todas las cosas. Eso no es demasiado difícil. Primero, Dios nos enseña a darle gracias en todas las cosas. Podemos hacer esto sólo cuando creemos realmente en Su soberanía. Cuando verdaderamente "...sabemos que todas las cosas ayudan para bien a aquellos que aman a Dios, a aquellos llamados según Su propósito" (Ro.8:28).

B) COMO OFRECER SACRIFICIO DE ALABANZA
1. Decidirse previamente a alabar a Dios en todo momento y en toda situación.

2. Empezar a hacerlo ya. Alábale en todo y cada uno de los días. Pase lo que pase ese día, alabe a Dios en él, por él y a través de él. Adquiera el buen hábito de alabar a Dios continuamente.

3. Si surgen problemas en el camino. o se encuentra en dificultades, determínese a alabar al Señor, David dijo: "Me glorificaré en quien me ofrezca alabanza y le mostraré la salvación de Dios" (Sal 50:23).
Determínese alabar a Dios en cualquier situación a pesar de cuán difícil sea y Dios dispondrá una puerta de liberación para usted.

4. Empezar y Hacerlo por Fe. Pronuncie palabra de alabanza. Dé gracias a Dios de manera audible a través de la fe, aunque usted no pueda comprender por qué está dando gracias. Empiece a alabarle por haberle provisto una puerta de liberación. Todavía no puede ver ese camino. No sabe cómo la liberará, pero a pesar de todo, le da gracias y le alaba de igual manera.
Usted ya se encuentra en el camino de la victoria.

5. Una vez que haya empezado, hay que continuar alabando. Haga que sus alabanzas asciendan más y más. Deje que el Espíritu de alabanza le posea.
Dé aclamaciones de alabanzas a Dios. Cántele. Dance delante de El.
Glorifíquele y engrandezca Su nombre. El abrirá un camino de salvación para su vida.


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