LA ALABANZA QUE DIOS ANHELA (Parte IX)
ALABANZA Y ADORACION
INTRODUCCIÓN.
Alabar es hablar bien de alguien. Expresar admiración por alguien. Hacer
cumplidos. Recomendar. Felicitar. Aplaudir. Elogiar. Lisonjear.
Adorar es expresar reverencia, tener un sentimiento de temor. Inclinarse
delante del objeto de adoración. Rendir homenaje.
La adoración es la forma más alta de alabanza. Generalmente empezamos a
alabar y acabamos adorando.
La palabra adoración viene del término del inglés arcaico que significa
reconocer el valor de algo y reaccionar de manera apropiada al mismo.
Es actitud del corazón. Es la ocupación reverente del corazón humano
hacia su Creador. Comienza con un musitar interno del corazón. Una meditación
profunda sobre la grandeza y la dignidad de Dios. Es paladear la admiración que
Dios nos produce. Es un sentimiento interno de temor y respeto hacia el
Todopoderoso.
Es un "fluir abundante y natural" de estos pensamientos y
emociones que fluyen espontáneamente. No tienen que ser impulsados ni forzados.
Nuestra copa, como la de David, debe "estar rebosante".
Es el derramamiento del alma en profundas expresiones de reverencia,
temor, maravilla y adoración.
B) PRIMERAS REFERENCIAS BIBLICAS A LA ADORACION
Uno de los principales de interpretación bíblica es la "ley de la
primera mención", la cual establece que la primera mención en la bíblica
de cualquier tema o asunto concede una indicación clara de su significado e
importancia dondequiera que aparezca en la Biblia. Es la clave para la comprensión
del contenido de esa palabra o tema a través de las Escrituras.
La primera referencia a la palabra adorar está en Génesis 22:5. Abraham,
dirigiéndose a los jóvenes que le acompañaban a él y a Isaac al Monte Moria,
les dijo: "...yo y el muchacho iremos hasta allá y adoraremos". La
palabra que se usa aquí es SHACHAH que significa postrarse delante de alguien,
inclinarse, postrarse con una humildad reverencia, respeto y homenaje.
Veamos algunas de las implicaciones de esta primera mención de la adoración.
Dios ordenó a Abraham que fuera y adorara. La alabanza y la adoración no
es una opción que podamos, o no decidir según nuestro arbitrio. Es un
mandamiento del Señor Cuando la Biblia dice: "ALABAD AL SEÑOR", no es
una sugerencia ni una súplica, sino mas bien un mandamiento. No se hacen
excepciones. Todo hijo de Dios debe alabarle y adorarle.
La respuesta de Abraham fue una de obediencia. Esta era esencial para la
preservación de la relación del pacto con Dios. Ellos habían entrado en un
pacto que exigía la obediencia absoluta de Abraham y su total compromiso para
con Dios. En aquella ocasión Dios estaba probando la sinceridad e integridad
del pacto que Abraham había hecho con El. Esta prueba requería el sacrificio de
lo que Abraham consideraba como lo más precioso, Isaac, el hijo de la promesa.
El acto de adoración es costoso. Este le iba a costar a Abraham su
ofrenda mejor y más alta. En realidad iba a ser un "sacrificio de
alabanza" (He 13:15). Una vida de adoración requiere todo lo que somos o
tenemos (Ro.12:1,2). Tiene que haber una total sumisión de nuestro ser a Dios,
a fin de llegar a ser un adorador verdadero. David comprendió también este
principio cuando dijo: "Porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos
que no me cuesten nada" (2 S 24:24).
El acto de adoración es uno de fe. Cada paso que dio Abraham ese fue uno
de fe. Cuando iba hacia el Monte Moriah, sabiendo que había requerido la
ofrenda de su muy amado hijo, sabía por fe de alguna manera ambos volverían a
regresar juntos (Gn 22:5).
La sumisión del yo. Abraham no sólo estaba preparado para ofrecer a
Isaac, más también iba a ofrecerle sus propios planes, deseos, ambiciones y
anhelos para el futuro, el cual iba ligado, inevitablemente, a aquel muchacho.
Era el hijo que Dios le había prometido - a través de quien todas las promesas
del pacto se verificarían. Al rendirse de esa manera por obediencia, era como
entregarle todo aquello que había deseado que se cumpliera. Se entregó a si
mismo.
Jamás podremos entrar en una adoración verdadera hasta que no haya
habido una entrega completa de nuestro ser a Dios. El ego siempre se interpone
en el camino de la adoración. Así que, debemos entregárselo a Dios en sumisión.
6. La alabanza glorifica a Dios. El costoso acto de adoración de
Abraham, logró su propósito al glorificar a Dios. Una reacción normal hubiera
sido: "¡Cuán sublime y glorioso debe ser Aquél por quien Abraham estuvo
dispuesto a sacrificar a su amado hijo, a fin de rendir una adoración real en
obediencia y fe!" Dios nos dice en el Salmo 50:23: "El que sacrifica
alabanza me honrará..." Todo acto de adoración sincero glorifica a Dios.
7. El adorador es también bendecido. La respuesta de Dios al acto de
adoración de Abraham indica Su gran placer y también Su deseo de bendecir a
todo adorador. "...porque tú has hecho esto y no has escatimado a tu hijo
único; te bendeciré con bendición y multiplicaré tu descendencia como las
estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu
descendencia poseerá la puerta de sus enemigos... porque tú has obedecido mi
voz" (Gn 22:16-18).
La historia de María
(Jn 12:3), quien ungió los pies de Jesús con un óleo de gran precio, es un
hermoso ejemplo de adoración. Juan nos dice que después "...secó Sus pies
con su cabellos..." imagine la suave fragancia que llevaría en sus
cabellos. La gente se seguro notaría aquel aroma tan exquisito. Lo mismo sucede
con los adoradores. Sus vidas llevan una fragancia exquisita por todas las
partes donde van. ¡Es la fragancia de la gloriosa presencia del Señor!.
C) LA ADORACION TIPIFICADA EN EL TABERNACULO
Un principio adicional de interpretación bíblica es la "ley de la
mención repetida". Este principio dice que el volumen de referencias y
espacio dado a un tema particular indica su importancia. Cuando consideramos el
espacio que se le dedica a la descripción del Tabernáculo - cincuenta y un
capítulos en toda la Biblia, Exodo 15, Levítico 18, Números 13, Deuteronomio 2,
Hebreos 3, nos damos cuenta de lo importante que es este tema. Puesto que el
propósito primario del Tabernáculo era la adoración de Dios, vemos que El nos
está indicando la naturaleza vital de la adoración y la tremenda importancia
que El le da.
La primera pieza de los accesorios del Tabernáculo que Dios describe (Ex
25:22), es el Arca del Pacto, que estaba colocada sobre el asiento de la
misericordia, Dios dijo: "me encontraré contigo y me comunicaré contigo
desde el asiento de la misericordia (o el trono de la gracia)..." El lugar
Santísimo, en el que estaba colocada el Arca, era el lugar donde Dios se
encontraba y comunicaba con el hombre cara a cara. Era el sitio para adorar.
En la economía del Antiguo Pacto, este inmenso privilegio era dado
únicamente del Sumo Sacerdote una vez al año, el Día de la Expiación. ¡Cuán
bendecidos somos bajo los términos del Nuevo Pacto, pues tenemos el privilegio
de tener continuo acceso o entrada al mismo a través de la sangre de Cristo.
La enseñanza básica implícita en el Tabernáculo para nosotros los
cristianos es la de la adoración. Dios había sacado a Su pueblo de Egipto con
mano fuerte y poderosa (Ex 32:11) Una vez librados completamente de la opresión
egipcia, lo primero que hizo Dios fue entregar a Moisés la misión de construir
un Tabernáculo.
El primer deseo de Dios, después de la liberación de Egipto (el pecado y
su esclavitud), fue iniciar al pueblo hacia el ministerio de la adoración.
El Tabernáculo nos enseña el orden y el desarrollo de la adoración.
Cuando se entraba al patio exterior del Tabernáculo, lo primero que se veía era
el altar del sacrificio. Este era el lugar donde Dios se encargaba de expiar
los pecados e iniquidades del pueblo; allí eran perdonados todas sus
iniquidades.
Después se veía el lavacro de bronce, tipo de la limpieza que se realiza
a través del lavacro de la Palabra de Dios. El futuro adorador tenía que pasar
a través de estas dos experiencias antes de llegar a las cortinas del lugar
santo.
Dentro de este lugar estaba la mesa de los panes de la proposición, el
candelabro de siete brazos y el altar de oro con el incienso, que tienen un
significado profundo en la enseñanza de la adoración.
Por último, estaba el Lugar Santísima, aquel paraje sagrado y solemne de
reunión que tipifican las formas más elevadas y puras de la alabanza y de la
adoración. El Espíritu Santo desea conducirnos hacia tal lugar. Hay una
progresión definida a la hora de aprender las habilidades de la adoración.
Dios quiere llevarnos a través de todos estos lugares hasta que, al
final, podamos entrar en el último lugar de la adoración sagrada, ese lugar
detrás del velo donde El reside.
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